lunes, 21 de marzo de 2011

El hombre que leía a Dylan Thomas sin entender una mierda

Yo soy ese que leía a Dylan Thomas
frente al mar cálido, sobre una roca,
y al fuego-cielo de encarnadas nubes,
donde muchachas con blancas espadas
danzan sin ropa alrededor del Papa
con doce pechos que escupen llamas
y siete uvas que hieren su piel yerma.
Leía a Dylan Thomas…
Y no entendía una mierda.

Pero sin entender miraba el mar hirviente,
Sus hermosos ahogados y sus buques de algas,
Sus astros a la deriva que rielan soñando
con espacios eternos y estrellas calientes.
Leía en el piélago de nacaradas palabras
tantos suspiros, odios, crímenes y amores;
quebradas contra las rocas- como esta- las letras,
cuando el mar displicente las expele a la tierra.
Leía a Dylan Thomas…
Y no entendía una mierda.

Leía sobre esta roca
las misteriosas palabras,
los atiborrados versos
de imágenes, de colores
de arcanos, y no miento
cuando rubrico y afirmo
que el bardo galés beodo
es un excelente poeta,
poeta al que no entiendo,
Dylan Thomas, ¡mas te siento!
Y aunque no bata tu récord
de dieciocho, o más, whiskys,
según dicen que dijiste
en tu último bebercio:
¡Honor y fama eternos!
Por ti brindo y por tus versos
(si bien una mierda entiendo).

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