lunes, 2 de octubre de 2006

El trepanador.

El áspid avanza por el suelo de baldosas parduscas insinuándome la embriagadora sensación de sinuosidad deslizante y sensual, como una larga y húmeda lengua recorriendo los contornos de la espalda y el cuello. Mis ojos siguen ávidos los elegantes movimientos del ofidio levitante que flota en el aire junto a Osiris que pesa mi corazón en su balanza con gesto adusto. Mi corazón late convulsamente en el platillo de oro que se hunde....
El áspid se yergue ante mí, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, me mira con ojos helados de esmeralda, contonea levemente la cabeza aplanada y emite un sonido sibilante, largo, penetrante con su bífido cordón baboso.
La droga aturde mi cerebro; soy solo cabeza hirviente como las arenas del desierto, no tengo cuerpo ni extremidades. Nada siento. Todos los dioses de Egipto giran a mi alrededor y el vuelo de sus finas túnicas enfría el trasudor que baña mi piel como un delicado tejido de agua del eterno Nilo adosado a mi cara....(El médico de la Casa de la Vida rasga la cortina de la estancia del Templo con dedos que se introducen en la sala iluminada tenuemente: una racha de aire frío penetra y la cabeza rapada emerge de las tinieblas. Le siguen su ayudante que porta la caja de ébano con los utensilios, y el hemostático....)Ahora alguien me coje por detrás y me tumba en el suelo. Me colocan la cabeza en una prensa en la cual queda inmovilizada de una manera tan completa que la angustia crece en mi interior como una mareta de mil rumores...pero los dioses siguen girando a mi alrededor. Algunos me son propicios, otros me clavan sus miradas torvas en los ojos...(el cráneo del joven faraón ha sido rasurado convenientemente antes de la operación; en un lugar dél está la señal que indica el punto donde habrá que punzar para realizar la trepanación y llegar al tumor que enturbia de dolores los días y las noches del joven dios. Los instrumentos son purificados en el fuego sagrado por el ayudante; el hemostático permanece a la espera con la cabeza del enfermo delirante entre sus manos. Cuando todo está dispuesto el médico de la Casa de la Vida comienza su delicada tarea)....Horus me mira fiero, me horada las sienes con su pico ganchudo, introduciéndolo en mi cabeza, mientras toda la caterva de demonios de Seth me laceran las carnes y el espíritu y veo el fuego emerger de sus bocas y me abrasan y el dolor es intenso, y los dioses me...(El médico ya ha hendido su cuchillo de sílex más abajo de la piel húmeda, la efusión de sangre al discurrir el escalpelo por la carne es copiosa, el hemostático reacciona. Cuando la hemorragia cesa el ayudante pone en las manos del maestro el martillo y el punzón)....abandonan, veo las aguas del Nilo putrefactas y salir de ellas una miasma que infecta cuanto toca,....(y con sumo cuidado y control de su fuerza golpea ligeramente sobre la fisura del cráneo repetidas veces hasta destapar la pieza de hueso que ha recortado previamente con el escalpelo de sílex)...el mundo se derrumba, la ciudad de Tebas se mueve como si sus cimientos estuvieran sobre un tremedal cenagoso, truenos oigo que amenazan la robustez de las Pirámides, y los dioses mueren....(entonces se ofrecieron a los oficiantes las circunvoluciones de un color hermosamente gris del cerebro del Faraón, y a un lado la masa sanguinolenta de carne que como una sanguijuela está adherida a él, turbando su divino descanso. El trepanador sonrió con satisfacción al ver el tumor, habían horadado por el sitio adecuado, y con no menos pulso que antes se dispuso a rebanarlo por capas hasta que ya no quedase nada)...entonces de pronto una gran luz blanca se hizo en el mundo que lo inundó todo, y los dioses se disolvían en el polvo, Horus se derretía mientras Osiris era tragado por las arenas del desierto e Isis desaparecía en el Nilo perdiéndose en el piélago infinito, y una gran paz embargó mi espíritu y vi que la luz era buena, que el amor que de ella emanaba era la verdad y que no existía más dios que el amor y la luz siendo todos los demás mentiras que ensombrecen los corazones de los hombres....(El ayudante dio al trepanador las gasas purificadas en el agua hirviente con las que limpió la zona adyacente de cerebro vivo y palpitante. Después repuso la pieza de hueso, que era de forma irregular aunque parecido a un óvalo, y la suturó al cráneo tras lo cual dio por acabada la tarea).
A la mañana siguiente, repuesto por completo aunque con la cabeza aletargada aún por las drogas que le sirvieron de anestésico, el joven Faraón reúne a todos sus sacerdotes y les comunica que solo hay un dios al que adorar cuya manifestación es el el disco solar, fuente de luz. Este dios es un dios de paz y de sabiduría, que no necesita de los sacrificios cruentos ni de las libaciones, ni de la imagen siquiera porque es un dios invisible hecho visible en el mundo mismo, un dios misterioso al que hay que escrutar.
Así comenzó la herejía de Atón en la milenaria tierra de Egipto entre los murmullos de incomprensión que entre el pueblo se levantó como una tormenta de arena que perturbara el descanso de las tumbas del Valle de los Reyes.