miércoles, 18 de enero de 2006

La fe inquebrantable del detective panóptico.

Después de las vacaciones forzadas y de que las aguas volvieran a su cauce, volví a mi querido y viejo despacho en el centro de la ciudad. El ascensor ya reptaba achacosamente por su oscuro hueco, a pesar de lo cual decidí subir a pie; prefería asfixiarme antes que quedar atrapado en tal armatoste claustrofóbico. Bufando llegué arriba donde ví a un hombre con aspecto desaliñado, sin afeitar ni peinar y con un traje caro de esos con nombre de gigoló italiano completamente arrugado, dando pequeños paseos de ida y vuelta delante de la puerta de mi despacho. No me dio buena impresión, pero la calidad de las telas con la que cubría sus carnes me indujeron a pensar en alguien con recursos pasando por un bache sentimental. En fin, la típica historia.
- Buenos días, ¿me estaba esperando?
-Eh? ah sí...es usted el detective?
El tipo me dio toda la impresión de ser un lelo sin discusión.
-Sí, lo soy.- Dije al tiempo que abría la puerta.- Por favor, pase y siéntese.
El lelo pasó pero antes de sentarse miró en derredor como asustado.
Yo me senté en mi sillón giratorio y esperé al consabido relato de los infortunios de un hombre reconcomido por los celos y las dudas.
-Es agradable esto -dijo . Debo reconocer que me sorprendió. Era el primer cliente que utilizaba tal adjetivo referido a mi tugurio. El tipo, definitivamente, era lelo de campeonato.
Ante tal circunstancia, y para estar preparado, decidí tomar mi anisete de todas las mañanas. Pero cual no sería mi sorpresa cuando al abrir el mueblecito no hallé en él la botella del simpático mono.
-¡Joder, maldita borracha perdida!-, grité sin contención.
El lelo dio un respingo que casi lo mata del susto. Tuve que explicarme:
-¡Ah, no se preocupe, no tiene nada que ver con usted, es esa vieja borracha que me limpia el despacho una vez por semana! Me cago en su......-Estaba frustrado de verdad, y aquel tipo iba a pagar el peaje de mi frustración:
-Bueno qué, ¿me va a contar lo que le ocurre de una vez o va a seguir diciéndome lo bonito que es mi despacho?
-No no no, yo sólo esperaba que usted me lo preguntara. Yo.... he venido para que usted encuentre a mi hermana.
-¡Joder, ya empezamos! Un tipo original eh?....usted no puede buscar a la alegre pone-cuernos de su mujer como todo el mundo, NO, el señor tiene que buscar a su hermanita....
El lelo estaba realmente acojonado. Fue al ver el pánico en su cara cuando reaccioné y me contuve, rectificando:
- Mire, perdóneme, ¿qué le parece si continuamos esta conversación en la churrería de enfrente. Realmente necesito desayunar.

Y así fue como yo delante y él detrás nos dirigimos a la churrería de Juanito.
Nada más atravesar la puerta del establecimiento empujé al pobre chico para que se sentara ante una mesa mientras yo me fuí disparado a la barra:
-Oye Juanito, ponme un anisete anda.- Fue visto y no visto. Ya me sentía mejor y reconciliado con el mundo.
-Oye, llévame lo de siempre a la mesa.
Ya ante mi cliente me dispongo a recuperar mi actitud profesional:
-Bien, y ahora por favor cuénteme su caso.
-Eh? ah sí...pues verá mi hermana ha desaparecido y no tengo idea de donde puede estar. La verdad, estoy muy preocupado y....
-A ver a ver, un momento, lo primero de todo dígame ¿por qué no ha ido a la policia?
-¿Qué? ¿La policía? Ah sí... No, verá, no nos conviene, somos personas conocidas, prefiero llevar esto con discreción.
En ese momento llegó el camarero con mi desayuno: una copa de anís hasta los topes y cinco hermosos y lozanos churros.
El lelo se quedó más alelado aún y su rostro adquirió incluso ciertos tintes de solemnidad.
-Sí ya sé lo que está pensando pero le diré que yo soy un detective científico, empírico....con inclinación hacia la experimentación. Sólo así se descubren nuevas cosas y se consigue enriquecer la vida. Fíjese, si no hubiese tenido ese espíritu nunca habría descubierto el placer de los churros anisados...¡un verdadero manjar! ¿Quiere probarlo?
-¿Qué?...o no ya he desayunado, gracias.
-Usted se lo pierde...bueno mire vamos al grano. Necesito respuestas para algunas preguntas. Ya sabe, las clásicas de cuándo, cómo, dónde y por qué. Pero con que me diga el cuándo y el dónde me conformo. Porque le presupongo desconocedor del porqué y el cómo, ¿o no?
- En efecto, desconozco por qué y de qué forma ha desaparecido. Pero sí le puedo decir el dónde y el cuándo.
Mojo el primer churro en el anís mientras espero. Tras unos segundos levanto la vista y se la clavo en su careto alelado.
-¿Y bien, a qué espera?
-¿Qué? Ah, perdón no quería interrumpir sus reflexiones.
-No estaba reflexionando, estaba mojando el churro.
-Ah bien, pues en ese caso le diré que fue el sábado pasado durante la celebración de un mitin político en.......
Salté como si me hubiesen dado una patada en el culo:
-¡Ah no! Lo siento pero yo soy un hombre de principios entre los cuales tengo como uno de los más sagrados no inmiscuirme en cuestiones de política. ¡Detesto a los políticos!...¡Que si la ciudadanía piensa esto, que si quieren lo otro! ¡Oiga, pues a mí nadie me ha preguntado nunca lo que quiero o dejo de querer o si me gusta o disgusta esto o aquello!...no no no. Son una panda de manipuladores y yo, amigo mío, soy una persona muy independiente...Así pues, lo siento pero no puedo hacerme cargo de su caso.
El lelo palideció y dos lágrimas asomaron a sus ojos, haciéndoselos vidriosos y brillantes .
-Pero....tiene usted que ayudarme, mi hermana solo me tiene a mí en el mundo....sólo me ha tenido a mí desde que murieron nuestros padres....hemos sufrido mucho por ello todos estos.....
Toda aquella escenita patética estaba a punto de echar por tierra mi desayuno y no estaba dispuesto a ello. Así pues le atajé:
-Eh, pare el carro, que yo he tenido madre y cuatro padres...no a la vez claro, sino uno detrás de otro..., y le puedo asegurar que no por tener tantos y tan variados mi vida ha sido más agradable.....pero mire, deje ya de lloriquear, le diré lo que vamos a hacer: me quedan cuatro churros por comer, pues bien este será el tiempo de que dispone para convencerme y ocuparme de su caso. Así pues se lo pondré fácil. A ver dígame de una vez dónde desapareció.- Le dije mientras hundía el primer churro de su cuenta atrás en el copazo.
-Pues mire, como ya le he dicho desapareció el sábado pasado durante un mitin en la Plaza De Toros.

De repente me sentí feliz.

-¡Una plaza de toros! Le diré una cosa: yo adoro las plazas de toros. Tengo predilección por ellas.
-¿Por qué?- preguntó extrañado el lelo.
-Por que son circulares, amigo, circulares.- Dije con énfasis.- y para un detective panóptico vocacional como yo, eso es lo más.

Decididamente estaba de buen humor, pero ya había engullido el segundo churro y el lelo todavía no había hecho avances significativos para convencerme, a pesar del golpe de efecto de la plaza de toros.
Frunció el ceño preocupado. Quizás empezaba a sentir algo de estréss por que miró el reloj maquinalmente en vez de a los churros, la verdadera medida del tiempo en su caso.
Decidí echarle un cable:
- Mire, lo de la Plaza me ha gustado pero no es suficiente motivo como para renunciar a mis principios. Además le diré que me parece muy improbable que alguien pueda desaparecer en una Plaza de Toros...pero dejemos eso para más tarde...¿tiene una foto de su hermana?
-Sí, justamente llevo una en la cartera.

Nueva espera. Este sin duda era un lelo muy puro.
Decidí ser benevolente:
-¿Puedo verla?
-¿Qué? ah sí claro, disculpe, es que hoy estoy un poco....

Me entregó una foto de una chica morena muy muy interesante. Guapa, atractiva, rostro aristocrático; de mirada intensa e inteligente además de bondadosa....
-Umm.- Fue mi respuesta mientras masticaba el último pedazo del tercer churro anisado. "Increíble" -pensé- "¿Como podía este lelo compartir genes con tal ejemplar de mujer?"
Ataqué el cuarto y último churro ante la mirada desesperada del hermano de la hermosa. Yo seguía contemplando la foto mientras meditaba panópticamente cuando me interrumpió:
-¿Y bien?
-sshhh, no me interrumpa, ¿no ve que estoy meditando?
-Perdón.- Musitó azorado.
Antes de engullir el último bocado churrero tomé por fin una determinación:
-Le voy a ayudar.- Sentencié- Pero tendré que quedarme con la foto.
-Sí claro, quédesela.
-Y ahora si me disculpa,tengo que trabajar.
Me levanté y me dirigí a la salida dejándole con la responsabilidad de la cuenta, tranquilo de saber que no se lo tomaría a mal.

Ya en la calle me tiro delante de un taxi el cual quema ruedas para no atropellarme. Le enseño mi falsa placa de policia para acallar sus maldiciones y buenos deseos para la familia, ordenándole al mismo tiempo que se dirigiera sin dilación a la Plaza de Toros. Estaba excitado, aparte de por el anís y la foto, por la intuición panóptica de que algo no marchaba bien. Y es que sencillamente no podía creer que alguien pudiera desaparecer en una Plaza de Toros. "Es imposible, imposible", me repetía con obsesión creciente.
Sumido en mis pensamientos el viaje se me hizo muy corto.

Nada más llegar, no tardé en localizarla. Al natural, por supuesto, era una mujer que quitaba el hipo. Se encontraba ante un gran retrato del que supuse sería el politicastro del mitin en cuestión. Estaba tan reconcentrada observando el careto aquel que no parecía consciente del gran ajetreo de mozos y técnicos que embalaban cajas de sonido y luces que arrastraban hacia el interior de un camión de donde volverían a salir al cabo de pocas horas para dar soporte carnavalesco a las mentiras de esos astutos personajillos politicos.
No dudé ni un segundo la estrategia a seguir. Me acerqué y me puse a su lado observando a la vez la sonriente carota ampliada. Al instante me resultó familiar.
Ella se volvió y me dijo:
- ¿Le gusta? Quiero decir, ¿le merece confianza como para votar por él?. Me interesa la opinión de un hombre del pueblo como usted.
-Ah, vaya, gracias, pero no, lo siento le tengo alergia a los políticos, pero mirándolo bien le puedo decir que se parece bastante a su hermano.
-¿A mi hermano? ¿Qué hermano? ¿Quién es usted?
- Soy detective y su hermano me ha contratado para que la encuentre.
La situación le debía de parecer muy divertida ya que rió con espontaneidad:
- Oiga, me parece que le han tomado el pelo. Ni tengo hermano ni, como ve, he desaparecido.
-Eso ya lo sabía yo de sobra. Nadie desaparece de una plaza de toros, es panópticamente imposible.
Rió de nuevo:
- Me resulta usted muy divertido.
-Sí, es que los hombres del pueblo somos muy divertidos. Pero si me permite le diré mi parecer sobre usted: está como para mojar pan y rebañar el plato.
Sonrió con picardía, fingiendo enfado:
-¡Vaya, un lanzado!
-Más que un cohete atómico. Pero mire, antes que cohete soy profesional detectivesco y debo concluir el trabajo que me han encargado, que aunque de hecho ya está concluido por tenerla a usted delante de mis narices, sin embargo hay algunas zonas en sombra, en penumbras que desquicia mi prurito panóptico. Mi finalidad es conocerlo todo y arrojar toda la luz sobre los casos que acepto. Por ello me pregunto lo siguiente: ¿si el lelo no era su hermano entonces quién coño me contrató esta mañana?
La hermosa se le queda mirando ausente, como si estuviera recibiendo algún mensaje telepático. Y algo de eso debió ocurrir cuando dijo:
-Espere un momento...¿dice que ese individuo se parecía al candidato de la foto?
Me tomé mi tiempo antes de responder. No me agradaba aquella situación en la que yo era el interrogado y no el interrogador. Debía retomar la iniciativa. Mi mente trabajó a la velocidad de la luz analizando el contenido de la pregunta y el lenguaje corporal de la maciza antes, durante y después de que la formulara, todo esto mientras el careto embobado del lelo se me venía una y otra vez a la cabeza. Cuando tuve claro el asunto, afirmé con rotundidad:
- Así que el candidato perdió la chaveta por alguna razón que desconozco y me contrató haciéndose pasar por su hermano.
-¿Está seguro de que era el mismo hombre?
La maciza tenía personalidad. Se empeñaba en llevar la voz cantante pero en aquella opereta el papel de tenor solista ya me lo había reservado yo. Mi orgullo detectivesco estaba en juego.
-Completamente -dije-. Pero dígame ¿desde cuando dura el affaire?
Me miró entre sorprendida y enfadada. ¡Justo en el blanco! La verdad es que fue un tiro casi a ciegas, pero fuera como fuese era de ese tipo de cosas que me subían la moral.
-¡Eso no es de su incumbencia!
-Cierto, pero la cuestión es que el lelo candidato anda por ahí perdido, como un enamorado despechado y que como se entere la prensa el escándalo va a ser morrocotudo.
-Sí, pero eso no ocurrirá, ¿verdad?
La miré a los ojos con desafío, ella recogió el guante. Era una auténtica pantera. ¡Hay lelos con suerte! pensé.
Sonreí.
-Por supuesto que no; soy un profesional detectivesco no un vulgar paparazzi.
Ya más tranquila dijo:
-Lo que no entiendo es para qué contrató a un detective.
-Se lo diré yo: para que la lleve ante él. Esto ni él lo sabe porque está confundido; en estos momentos son sus deseos e instintos los que han tomado las riendas de sus acciones. A mí sólo me eligió para que actuase como mensajero para transmitirle su desesperación. Y le diré más, me apostaría una botella de anís a que sigue esperando en el bar donde lo dejé a que usted aparezca.
-Entonces, debemos ir enseguida.-Dijo ella con decisión mientras se dirigía a un coche que debía ser el suyo.
-Un momento, no tan rápido. Como ya le dije antes soy un profesional y como tal exijo mis honorarios. Su tortolito ya me pagó para encontrarla a usted (mentí), ahora será usted la que deberá pagar si quiere encontrarlo a él.
Se paró en seco, con fastidio por el tiempo que le hacía perder las formalidades del detective panóptico. Pero en fin, el hombre estaba obsesionado con ser un profesional. Así pues abrió el bolso y sacó su chequera.
-Bien, ¿cuales son sus honorarios?- preguntó impaciente.
Yo no dije nada, sencillamente extendí la mano derecha abierta con la palma hacia arriba. Ella entendió el gesto y arrancando un cheque en blanco me lo puso en la mano con resignación.
Yo simplemente escribí el nombre de un restaurante y una hora y se lo pasé.
Ella se quedó mirando el cheque tras lo cual rió deliciosamente:
-¡No tiene usted remedio!
-Lo sé.

No hay comentarios: