jueves, 12 de enero de 2006

Construcción del Panóptico.

Para la construcción del panóptico el Sátrapa (Gran Neuronal o Gran Hermano según Orwell) pasa muchas horas consultando mapas, planos de ingeniería, manuales de óptica, programas informáticos, tratados de matemáticas y física....., haciéndose asesorar por toda una cohorte de sabios de salón que dominan no sólo esas disciplinas sino muchas más. Pero todos parecían llegar a la misma conclusión: imposible. No había forma humana de construir un panóptico de tales dimensiones. Cierto que se habían colocado cámaras, minicámaras y micrófonos en cada calle y en cada casa de nueva construcción que enviaban ingente información a la Central Neuronal desde donde el Sátrapa daba rienda suelta a su pasión panóptica de control absoluto de las vidas de sus súbditos. Pero su pasión siempre quedaba insatisfecha. En efecto podía espiar los movimientos, conversaciones, amores y desamores de cualquier ciudadano elegido al azar. Pero lo que no podía controlar era eso tan odioso que tenían los hombres y las mujeres que los hacía diferentes de su amado perro zombi: ese interior, esa introspección, esa alma que los hacía impenetrables al escrutinio de la cámara y a sus inquisitivos ojos detrás de ella desde la Central Neuronal. Y eso le exasperaba y le quitaba el sueño. Él era el pretendido cerebro de ese inmenso organismo estatal de millones de células-almas que aún no había logrado someter por completo y mediante automatismo a sus ordenanzas y disposiciones. Por lo tanto el cáncer, el potencial de libertad que irradiaba desde el núcleo-alma de las células-súbditas era un peligro siempre latente, un tumor que crecería fagocitando a las células sanas-obedientes, una espada de Damocles siempre amenazante con caer sobre la cabeza del organismo estatal, la suya.

Debía hallar una solución. Hallar la piedra clave que soportara con garantías el Panóptico estatal. Hallar la forma de situarse en el centro mismo para controlarlo todo. Y la solución vino por sí sola del correcto planteamiento y del conocimiento profundo del problema. En efecto, si el problema estaba en los núcleos-almas de las células del organismo debía encontrar el modo de destruir dicho núcleo, o cuanto menos anular sus potencialidades mediante sustitución, confusión, embotamiento o cualquier otro medio análogo que diera como resultado la debilidad volitiva del alma con miras a una obediencia más orgánica que aparente de las órdenes emanadas de la Central Neuronal.

Así pues se planteó la idea y las líneas generales ante los Altos Funcionarios del Comité Ejecutivo Orgánico, el cual, después de meses de arduo trabajo técnico y estratégico, dio forma a un amplio programa de reeducación poblacional con el objetivo de bombardear el núcleo-alma de la misma, arrasar la práctica introspectiva y devastar su capacidad espontánea de generación de ideas. En definitiva, debilitar lo máximo posible las potencialidades del núcleo-alma de las células-ciudadanos que componían el organismo estatal para irlo sustituyendo paulatinamente por la Gran Alma y la Gran Conciencia que emanaban directamente de la Central Neuronal. Así, el Estado Orgánico sería por fin una realidad y la construcción del Panóptico habría puesto su última piedra definitiva.

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