lunes, 4 de abril de 2011

Sapos y conejos

Donde trabajo hay un campo de golf
de hierba verde
aunque de noche sea negra
y en las noches con luna
es mar de plata gruesa
en cuyas riberas los sapos cantan
monstruosos
y los conejos son patos que aletean
huyendo de la escopeta.

El sapo croa pero el conejo es silencioso
Con luna grande el conejo corre
junto al patrulla.
El sapo canta pero es perezoso,
compañeros tengo que bajo las ruedas
los estrujan:
ronchas en el asfalto,
pellejos vacíos vomitando vísceras
que suben al cielo en reguero de amapolas
buscando constelaciones salvadoras,
alimento de hormigas
que desde los confines
de lo cercano
acuden para devorarlo.

Yo doy rondas,
deshilvano la luna cada hora
tejiendo con su hilo este poema
acompaño de los planetas las órbitas,
ordeno a mi gusto las estrellas
y a los gatos observo cazar en el hedor de la maleza;
a veces emergen con ratas entre los dientes,
me miran prevenidos;
yo como un bocadillo de soledad y de tristeza.
Los gatos son silenciosos.
Los perros no,
en el verano venían en pandillas amenazantes
que pasaban como delincuentes ávidos,
lobos cabalgando por el bosque
buscando descarriados.

La noche vibra en coros de miles de sapos
en aves nocturnas que anidan,
en gatos que cazan
en perros que pasan
y en conejos que nadan por un campo de golf
hecho mar de plata.

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