viernes, 2 de junio de 2006

El panóptico político: El debate sobre el estado de la nación de Naciones (catastrófico).

Ya antes de la hora fijada para el comienzo de la sesión los pasillos del Congreso se encontraban animados y bulliciosos, estructurándose, el bullicio, en un archipiélago de corrillos en los que se alternaban las discusiones doctas con el chascarrillo liviano, según caracteres e islote, que de todo hay en el gremio político como en la viña del Señor.
Para cuando llegó la hora acordada, el sr Marín, a la sazón Presidente del Congreso, ya se encontraba en su trono llamando al orden a sus señorías con esa forma suya tan particular de hacerlo, entre el fastidio y el cansancio, como si se viese en la obligación de llevar a cabo una actividad tediosa y nada gratificante.
-Señoras y señores diputados, guarden silencio por favor....guarden silencio sus señorías por el amor de Dios...guarden silencio.....Va a dar comienzo el Debate sobre el estado de la nación de Naciones....
-¡Catastrófico!-, se escuchó de pronto con rotundidad, sobresaltando a más de uno como fue el caso del Sr Llamazares que inmediatamente se arrojó al suelo con las manos entrecruzadas detrás de la nuca. El grito procedía de la cima de la escalera del pasillo central que dividía al hemiciclo en dos. Allí había un hombre (que tenía un parecido extraordinario con el sr Aznar, por cierto) que, desprendiéndose de un gabán gris, se quedó en bola picada al mismo tiempo que iba gritando mientras descendía por las escalera: -¡El estado de la Nación es grave, muy grave, comatoso diría yo!- A lo que la bancada popular, dejándose llevar por un impulso irresistible, se levantó en bloque para aplaudir y jalear al espontáneo exibicionista, mientras los de la bancada sociata hacían el tradicional "uuuuuu".
El sr Marín, a todo esto, no conseguía salir de su pasmo, y es que la visión del bigotudo con todas sus vergüenzas al aire le había recordado las salidas sorpresivas de los cómicos en el Un, Dos, Tres, en la época en la que él era Comisario europeo....¡ah, qué tiempos, con lo bien que estaba él en Bruselas (y qué pasta ganaba oiga), para al final terminar de director del circo nacional, en fin...! Cuando por fin logró reaccionar y sacudirse la saudade y la melancolía mandó a los ujieres que se llevaran de allí al boludo bigotudo, tras lo cual, sin embargo, no pudo proseguir la sesión ya que hubo de requerirse con carácter de urgencia al médico del Congreso para que atendiese in situ a la señora Vicepresidenta que había sufrido un síncopa por la mucha emoción vivida. (A día de hoy, dicho entre paréntesis, todavía se especula por los pasillos sobre si fue el enorme mostacho del espontáneo el causante de la indisposición de la sra De La Vega, o por el contrario fue otra cosa....,como creen los mal pensados, mayoría absoluta en este caso, lográndose un amplio consenso parlamentario como pocas veces en la historia de las Cortes).
En cualquier caso, tras pasada media hora y con Doña María Teresa ya completamente recuperada, pudo por fin el Presidente del Congreso dar comienzo a la sesión parlamentaria, dando el uso de la palabra al sr Zapatero para que abriera el tan ansiado debate, lo cual hizo de esta forma:
-Gracias sr Presidente. Señoras y señores diputados. Señorías: Compadezco por segundo año ante ustedes...."(comparezco, presidente, es comparezco)", -le apuntó Carme Chacón (sentada cerca de la tribuna) ventrílocuamente para que nadie lo notase-, ....eeh, sí...Comparezco ante ustedes, decía, para dar cuenta de la gestión realizada por el equipo de gobierno que tengo el honor de comandar. Y lo haré con datos. Datos claros. Datos diáfanos, elocuentes por sí mismos y que encierran además una gran belleza poética....Sr Solbes, ¿está preparado?- El sr Solbes, se levanta marcialmente:
-Lo estoy sr Presidente.
-Bien, vamos allá pues, - e imitando la línea melódica y la entonación de los niños de San Ildefonso, recitó así:
-¡En investigación y ciencia hemos invertido....
A lo que respondía el sr Solbes al mejor estilo sanildefonsiano, si bien con voz un tanto carrasposa de fumador carretero:
-...48 millones de euros!
-¡En viviendas sociales se ha incrementado la partida en....
-....120 millones de euros!
-¡Hemos conseguido en la seguridad social superávit de...
-....300 millones de euros!
-¡Incremento del fondo de pensiones en....
-....85 millones de euros!
-¡Hemos subido la productividad en...
-....un 2 por ciento!
-¡La economía española ha crecido un....
-....3 por ciento!
-¡Vamos a ganar las próximas elecciones por...
-....mayoríííaaaaa ab-soluuuuuu-taaaa!
Fue terminar de ejecutar el señor Solbes el largo calderón y escucharse un atronador ruido de palmas, voces y chiflidos en un auténtico delirio de alegría que conmovió los cimientos del Congreso, detectándose el foco sísmico en la falla sociata. La pepera por su parte se desfogaba de indignación en abucheos y críticas, algunas destempladas, por lo que consideraban que era una actuación lamentable, una más, de este gobierno.
El sr Zapatero, aún en la tribuna, quiso continuar:
-Para terminar decir.....
-Sr Zapatero, perdone que le interrumpa -intervino Marín-, pero así no se puede trabajar, con este nivel de ruido es imposible.... señorías guarden silencio.....les ruego a los señores diputados guarden silencio, por favor- suplicaba a punto de llorar-...señorías, silencio....señor presidente, por favor, cuando quiera.
-Gracias sr Presidente. Señorías, para terminar constatar tan solo un verdad indiscutible; una verdad indiscutible e incontrovertible; una verdad como no la hay otra: la verdad de que este gobierno es el que más premios gordos reparte y ha repartido en toda la historia...¡y lo va seguir haciendo, señorías, lo va a seguir haciendo! Muchas gracias, sr Presidente, señoras y señors diputados.
Aquí fueron las bancadas nacionalistas las que obsequiaron al Presidente del Gobierno con un largo y sonoro aplauso. Hasta Otegui, que seguía el debate por televisión en buena compañía tabernaria en el Bar Culebra, en su aldea natal, palmeó compulsivo mientras se dirigía a los camaradas "En verdad que con éste nos ha tocado la lotería....jajaja...ni cárcel ni nada...jojo...y encima dentro de nada seremos Nación y en pocos años la independencia, ¡Viva Zapatero!", "Viva, viva" coreaban sus compinches.
Pero en el Congreso el sr Marín ya despedía a Zapatero e invitaba a Rajoy a ocupar la tribuna de oradores:
-Muchas gracias, sr Presidente del Gobierno. Tiene la palabra el líder del partido popular, sr Rajoy. Sr Rajoy, cuando quiera.
D. Mariano se acerca de la tribuna con paso tranquilo, bebe del vaso de agua que un ujier le pone en una esquina, a su derecha, hace algunos movimientos de lengua como para despegarla del paladar o desenrrollarla, tan larga es, y comienza:
-Muchas gracias sr Presidente. ¡Señorías! Hoy hemos escuchado aquí, en esta misma tribuna en la que yo me encuentro ahora y desde la cual grandes discursos han sido pronunciados por grandes parlamentarios que nos han precedido y que jalonan la historia de España, hemos escuchado digo, de labios del sr Presidente del Gobierno.... milongas....sí sí ....milongas....Hoy el sr Rodríguez Zapatero ha comparecido...comparecido sr Zapatero, no compadecido, ("uuuuuuuu..."- se escuchó desde la bancada socialista-), pues ha comparecido en esta cámara para contarnos milongas....¡milongas!...cuando lo que la ciudadanía reclama y espera de su presidente es que les cante boleros ("uuuuuu...") sí sí, ya verán ya, tengan paciencia, boleros sr Zapatero, boleros a España, a nuestra historia, a nuestra Nación, a lo que somos, queremos y podemos llegar a ser. Por eso yo, sr Presidente del Gobierno, le voy a cantar a usted algo más que las cuatro verdades del barquero. Y además se lo voy a cantar así:
(Y aquí el sr Rajoy se puso a cantar efectivamente un bolero con voz muy sentida y atiplada)

-Oh España, España,
No te mereces un gobierno
Que con terroristas pacta.
Ni un presidente que la Nación
-¡Nación sacrosanta!-
Despedaza,
Sino uno que, como yo,
Su querencia, sin rubor,
te declara.
¡Y luego a los españoles
Engañar pretende,
Diciéndoles que la división
Fortalece!
Pero este hombre
¿de qué mal adolece?
¿será bobo, bobo solemne?
¿o por tales a los españoles
Tomar quiere,
despreciando su natural valiente?
Sr Rodríguez Zapatero,
Si servir a España no sabe
(que hasta su nombre
Quitar quisiera del AVE)....
Sr Rodríguez Zapatero,
Si de España no quiere ser
Su fiel amante
Para hacerle el amor
Todos los días con bizarría
Y aguante,
Entonces, ¿a qué desposarla?
¿Para amargarla?
(el agua de sus ríos)
¿Para dinamitarla?
(en lo recio de sus montañas)
¿Para enfriarla?
(el ardor de su sangre)
O para destruirla
(despeñándola en el vacío)?
Sr Rodríguez Zapatero,
La hermosa España
No se merece tanto maltrato
Sino alguien que la respete,
Alguien como yo, Rajoy,
¡Don Mariano!

Muchas gracias sr Presidente, señoras y señores diputados.

Ensordecedor fue el aplauso que siguió al bolero del líder de la oposición. En esta ocasión fue la falla pepera la que puso a prueba los cimientos del Congreso. -"¡Bravo, Bravo! Mariaaaaano, Mariaaaaano....." ,-coreaba la pepería extasiada. Pero mientras el grupo popular se dejaba llevar por el desvarío, en los bancos que ocupaban los diputados de ERC se vivía una escena muy distinta: el diputado Puigcercós estaba blanco como el papel, tanto escuchar la palabra "España" le había indispuesto. Algo parecido le ocurrió al diputado Tardá que bramaba como un oso llevándose las manos a su extensa barriga, sufriendo de horribles ardores, aunque habría que decir que, aún siendo estridentes los bramidos de Tardá, no llegó a superar los decibelios de la voz enloquecida de Llamazares que gritaba hasta salírsele las venas del cuello:
-¡Viva la segunda República, abajo los fachas! ¡¡¡Viva la segunda Repúblicaaaaaaa.....!!!
Otegui mientras tanto, a muchos kilómetros de allí, escupía a la pantalla del televisor cada que vez que el cámara enfocaba a Rajoy. "A ese tío habría que pegarle dos tiros, coño," "Yo le vaciaba el cargador en la cabeza", añadía un compinche con expresión de odio infinito.
En el Congreso, unísono en el tiempo a los buenos deseos de Otegui y sus secuaces, el caos ya era absoluto, obligando al sr Marín, que se tiraba de las barbas desesperado por el poco caso que le hacían, a suspender la sesión hasta el día siguiente. Pero la reanudación del debate no trajo consigo nada reseñable: el típico peloteo de los grupos minoritarios de la oposición al gobierno por ver cuántos cuartos le podían sacar, por lo que este cronista parlamentario se abstendrá en gastar valiosos bits que pueden ser utilizados más provechosamente en otro lugar. Desde el Congreso, eso fue todo. Saludos cordiales.

No hay comentarios: